lunes, octubre 31, 2005

¿De qué sirve la Universidad?


Además de ser una formación de síntesis, en la Universidad se conforman las redes que nos servirán de base para el desarrollo posterior, tanto de trabajo, como de grupos de referencia, amigos… ¿no será que la Universidad no es más que el reflejo de las desigualdades que subsisten en el país y la inamovilidad de las élites?. Claro, depende de la Universidad también… pueden agregar…

Todo esto, pensando que en menos de un mes se cierra mi capítulo con la Universidad (en la formación de pregrado) y me ha llevado a hacer el análisis de que ha significado esta etapa… (había prometido no ser autoreferente en este espacio, pero nobleza obliga en este caso).

Seguramente todos recuerdan su primer día de Universidad, donde algunos, con razón, se nos notaba lo provinciano y lo asustado que estábamos. Más allá de la formación que se nos entrega en la Universidad, lo relevante de esta época es compartir con los otros, cuestionarnos hasta lo incuestionable y tener utopías y sueños que con el paso de los años se convertirán en materia de risas y humor, pero somos así, la Universidad debe ser así. Creo que sin lugar a dudas han sido buenos años, no sé si decir los mejores años de mi vida… pero fueron buenos, y viendo hacia atrás creo haber conocido a las personas más increíbles, que han sido y son pilares fundamentales de lo que somos y queremos ser.

Lo que me complica de este análisis es que no dejo de sentir que algunos somos unos privilegiados que dejamos en el camino a otros que también se merecían estar acá… que a lo mejor no perteneceremos a la elite (bueno, hay un par que puede que si), pero si mejoraremos sustancialmente nuestra situación, a costa de méritos y esfuerzos diarios. En cambio, para la elite, aquella de apellidos vinosos (y espero que no piensen que soy un resentido social, porque ya más burgués no podría estar), da lo mismo, lo que estudia, donde estudia y como es su rendimiento, si total está comprobado que estudiando la misma carrera, en la misma Universidad, aquel de la elite siendo el peor alumno, tiene garantizado entre 30 a 40% más de sueldo que el mejor alumno que viene de un sector medio-bajo, de colegio fiscal y de apellido español vulgo. Claro que es injusto, pero es entendible sociológicamente… se repite el modelo que hace que el 10% más rico de este país no varíe ni cambie, no hay movilidad, las familias que salen o entran son mínimas, además de casarse entre ellos, potencian sus redes de contacto, pueden estudiar en el extranjero sin postular a la beca Presidente de la República o pidiendo un Crédito CORFO y si alguno cae en desgracia está el “tío” gerente que, mínimo, le asegura un buen sueldo, así cualquiera no?. Después de leer esto, podrían pensar… pero ¿dónde está el privilegio que mencioné antes?... si no tengo apellido vinoso, ni mi Colegio tiene pronunciación complicada, ni mi familia pertenece a alguna dinastía… Fácil y lógico: si no hubiese entrado a la Universidad, no los hubiese conocido a uds (mis amigos y conocidos), no tendría un “blog”, porque difícilmente sabría que es Internet, y tampoco tendría esperanzas de que los que vienen son los mejores años de mi vida, bueno, de nuestras vidas. Eso es la Universidad, la esperanza de que vienen los mejores años de nuestras vidas.

Prometo volver a escribir cosas generales… solo una Oda cuando terminamos la Universidad…

jueves, octubre 13, 2005

¿Discriminación o Tonto Grave?


La discriminación no es un fenómeno nuevo, sino que más bien siempre ha estado presente, y la historia nos entrega múltiples ejemplos, unos más crueles y vistosos que otros. Hoy en día la discriminación se encuentra presente en cada una de las distintas esferas en que nos desenvolvimos y lo peor de todo es que todos caímos en aquellas conductas (pero es posible indicar de que la intelligentsia progresista, creo, hace que algunos nos sintamos más culpables que otros por éste tipo de conductas. Y espero que no sea sólo autocomplacencia, y que tampoco crean que es algún tipo de discriminación).

¿Cuántas veces, bajo el pretexto de una risa fácil, nos burlamos de las discapacidades físicas, mentales o sicomotoras de las personas que vemos? ¿Cuántas veces el chiste de moda dice relación con el “negro”, “mapuche”, “maricón” o “cojo”? ¿Cuántas veces pensamos dos veces antes de enjuiciar a los otros por conductas que dicen relación sólo y únicamente con aspectos de su vida privada que poco y nada nos cambian la nuestra?

Reflexionar sobre nuestras conductas aporta mayor riqueza que hacerlo sobre lo que hacen o dicen los otros.

Difícilmente este tipo de conducta (la discriminación negativa) terminará, pero por sobre todo, lo relevante es que la diferencia no sea un aspecto de discriminación o marginación (o automarginación como efecto de la discriminación) sino una expresión de la diversidad del mundo en que vivimos y que creer que “todos y todas” debemos ser lo más parecido posible, al menos “no se lleva”… Más en lo profundo, representa la incapacidad de interpretar el avance de la sociedad hacia ethos pluralistas y diferentes, donde la riqueza de compartir no parte de la formación de ghettos, que son producto de la discriminación, sino de percibir, reconocer y validar al otro (cuando ejercemos alguna cuota de poder), lo que necesariamente requiere de un acto anterior de reflexión y generación de autoconfianza. Estar seguros de que uno actúa correctamente en base a principios propios y personales, moldeados por el tiempo y el entorno, es la base para reconocer la existencia de otros (no los “aceptamos” porque somos nada para juzgar antes a los demás) y vivir con mayor felicidad y tranquilidad en una sociedad diversa, plural y que espero llegue a ser desarrollada.

sábado, octubre 08, 2005

Debates básicos sobre pobreza


Los resultados de la Encuesta Casen (2003) dieron cuenta de una disminución en los indicadores de pobreza (a 18.8%) e indigencia (a 4.7%) a nivel nacional. Para el debate, es preciso señalar en primer lugar que el método de cuantificación utilizado por MIDEPLAN en la Casen, dice relación con el establecimiento de líneas de pobreza e indigencia, la primera da cuenta de un valor que permitiría a una persona alimentarse y satisfacer sus necesidades más básicas, si su ingreso es superior a este (en el ámbito urbano el valor de la canasta por persona mensual es cercano a los $44.000). La línea de indigencia corresponde a la mitad de la línea de pobreza (siempre en el sector urbano) y aquellos que con sus ingresos se encuentren sobre los $22.000 y bajo los $44.000 son considerados “pobres no indigentes”. Los valores para el sector rural son menores que en el sector urbano, bajo la premisa de que en este se consumen productos de menor valor y que la estructura alimenticia y de servicios es distinta.

En 1990, la pobreza, bajo este mismo método y por lo tanto comparable entre sí, alcanzaba un 38.6%, es decir, 4 de cada 10 personas era pobre. Hoy, sólo 2 de cada 10 chilenas/chilenos está bajo la línea de pobreza.

Ante esta situación, cabe destacar un par de cosas:

Las políticas sociales implementadas a partir de 1990 han permitido reducir drásticamente la pobreza “de la Casen”, disminuyendo en más de un 50% los afectados. Lo importante es no caer en el juego de ser “autocomplaciente” o “autoflagelante”. En verdad, no estamos tan bien como quisiéramos, pero a su vez, estamos en mucho mejor pie que cuando dejó el poder el dictador Pinochet.
La pobreza es relativa (como concepto) y multidimensional, por lo tanto es de difícil cuantificación y abrazar una sola teoría sería a lo menos, síntoma de ceguera intelectual, pues, con el correr del tiempo se han presentado nuevas apreciaciones y métodos para cualificar la pobreza (el Índice de Calidad de Vida, por ejemplo), de modo que hay que reconocer que el formato utilizado en la Casen no es el mejor, pero dado que es el instrumento más confiable que tenemos, al menos nos sirve para saber si avanzamos o no.
El que cerca de 3 millones de chilenos y chilenas aún vivan en pobreza es algo que tiene que preocuparnos a todos, pero especialmente a aquellos que tienen la posibilidad de remediarlo, y no me refiero solo al gobierno, que con visión de Estado debe y tiene que generar políticas redistributivas; sino también a los empresarios, a que apliquen y se comprometan con la responsabilidad social que tienen; a las municipalidades como encauzadoras de servicios y beneficios; también a la iglesia, esa iglesia que “vive en el pobre”, y que hoy por hoy está lejos de serlo; a las instituciones de voluntariado y sin fines de lucro; a las asociaciones ciudadanas y sociales, y también a los que están en esa situación, ya que el formar organizaciones y asociarse les puede permitir mejorar la calidad de vida que tienen. Por ahí dicen que organizarse es poder.
La pobreza afecta mas allá de lo que creemos, y Chile sigue siendo un país elitista y clasista, lleno de castas. Debiera ser la meritocracia la que se imponga, ya que busca que destaquen los méritos de las personas, sin importar su condición social, lograr que haya movilidad en la estructura social, y que esto ocurra por el sacrificio y la capacidad, y no por el apellido, el colegio o el dinero.

jueves, octubre 06, 2005

La (in) felicidad de la Sociedad Civil chilena


La elite de centro-izquierda también logró insertarse en la sociedad, pero pasajeramente. Entre mediados de los 70 y fines de los 80 florecieron, a pesar de lo árido del terreno, instituciones progresistas y liberales varias. Pero el propio éxito electoral de la Concertación fue también su maldición. A partir de 1990 la fuga de cerebros de las organizaciones no gubernamentales a los ministerios fue masiva; se cerraron institutos, desaparecieron revistas. ¿Cómo no trocar las oficinas mal calefaccionadas de tanta ONG ñuñoína por la amplitud de un despacho ministerial?

Andrés Velasco. La (In) Felicidad.


Si hubo un actor importante para que Chile volviera a ser un país medianamente democrático, o democrático en lo formal, con elecciones periódicas, fue la Sociedad Civil. Y su preocupación era un tema... público. Los estudios respecto de violencia hacia mujeres que realiza “La Morada” es un tema... público. Lo que hace Sidacción o Vivo Positivo es un tema... público, la Fundación “Ideas”, la Fundación para la Superación de la Pobreza y tantos otros temas.

Creo que hoy en día mucho de los asuntos que antes se trataban solamente como responsabilidad del Estado o “Públicos”, han encontrado eco en la sociedad civil chilena, que poco a poco (más lento de lo que yo desearía) y con avances zigzageantes ha logrado que los poderes formales la escuchen y realicen cambios. Esto no quiere decir que debe ser la Sociedad Civil la que se haga cargo de resolver todos estos asuntos, pero si debe ser considerada como un actor importante dentro del juego. La especialización que logran las organizaciones no gubernamentales es su mejor carta de presentación, y como profesionales de lo público, no podemos negar la posibilidad de desempeño profesional y de consideración desde la esfera formal e históricamente pública de la validez del accionar de estas organizaciones.

No estoy de acuerdo respecto de que al descansar en las ONG implicaría abrir mayores brechas en cuánto a la equidad, ya que la equidad considera la oportunidad, el acceso a ella o el establecimiento de pisos similares, a partir de los cuáles se debieran considerar las características personales. Si una ONG se ha especializado en estudios sobre Prevención de embarazos no deseados ¿por qué negarle la posibilidad de que sean ellos mismos los que ejecuten una política pública, que teniendo respaldo del Gobierno, pueda tener efectos positivos?.

El punto no es “terciarizar” o externalizar las funciones que son “públicas”, sino aprovechar la experiencia, el conocimiento, la preocupación, la mística que rodea a las organizaciones de la sociedad civil.

Sin lugar a dudas la governanza de un país, depende de la legitimidad de su sistema político, pero también, de su administración pública, que es el pilar sobre el cuál se construye las relaciones sobre los “asuntos públicos” de una sociedad, y si este aparato administrativo permite y trabaja en conjunto con la sociedad fortaleciendo su Capital Social, seguramente los logros serán de mayor impacto y de más largo plazo. Y estaremos fomentando pisos similares y aportando a la equidad.

La equidad no solo la propicia el Estado, pero es el principal responsable. Las Organizaciones de la Sociedad Civil son una gran oportunidad, siempre y cuando dejemos de mirarlas de reojo y hacia abajo (“si, pero es que la cultura chilena no es así”, “es el legado de la dictadura lo que no nos hace participar”, “son poderes fácticos”), y generemos espacios para que participen de la investigación y proposición de políticas públicas en temas emergentes, a nivel subestatal y donde el Estado no siempre llega.

En resumen, ya casi no quedan temas de preocupación enteramente estatales, pero no dejan de ser públicos porque las ONG los asuman, es más, representa un enriquecimiento de éstos, el tener distintas visiones.